Llega a España la versión diaria del antiimpotencia 'Cialis'
La compañía estadounidense Lilly acaba de introducir en el mercado español su versión diaria del antiimpotencia Cialis -tadalafiloen la concentración de 5 miligramos como complemento a los formatos de 10 y 20 miligramos comercializados en España hace cinco años.
Carmen Turbí, médico de investigación clínica del departamento médico de la multinacional, afirma que esta nueva modalidad de Cialis constituye el único fármaco de uso diario comercializado hasta ahora en el mundo para el tratamiento continuo de la disfunción eréctil (DE). El objetivo de la compañía es que la dosificación para la administración diaria "no sustituya a la de 10 y 20 miligramos para su uso a demanda, sino que las complemente en los casos de alta frecuencia sexual".
"Una ventaja de esta versión es que permite al paciente disociar la toma del comprimido del acto sexual", añade, y explica que su formulación ha sido posible gracias a que la eficacia de este inhibidor de la fosfodiesterasa-5 (PDE-5) es más duradera que la de otros medicamentos del mismo grupo. Turbí insiste en la importancia de esta disfunción -que afecta al 25 por ciento de los españoles entre 40 y 70 años, es decir, a más de dos millones de hombres- como enfermedad centinela, indicio de otras patologías "que incluso pueden manifestarse hasta dos años después, como la enfermedad cardiovascular ligada en diversos estudios a la DE".
La versión de Cialis a demanda permite acercarse a la normalidad a la mayoría de los pacientes por su eficacia de 36 horas, y cuando esto resulta insuficiente se indica la versión diaria del producto, cuya producción para casi todo el mundo se hace en la planta de la compañía en Alcobendas (Madrid), una de las mayores de Lilly en todo el mundo, y la principal para la fabricación de sólidos después de la de Estados Unidos.
20 años de erecciones
NACIÓ COMO un fracaso. Lo que se intuía como un simple alivio fue una revolución. Así surgió el Viagra. Fue un efecto secundario que se convirtió en una descarga de felicidad universal al llegar hace 20 años a las farmacias. Y a las alcobas. Cuando sus precursores, comandados por el premio Nobel estadounidense Robert Furchgott, buscaban remedio a las enfermedades cardiovasculares con el sildenafilo, se dieron cuenta de que apenas producía efectos sobre la angina de pecho, pero sí de bulto en el pene de quienes lo tomaban. Apesadumbrados pero medio sonrientes, intuyeron que podían alargar muchos sueños…
—En los años en que se ha asentado el viagra, aparte de la disfunción eréctil, ha cambiado el paradigma de otras enfermedades, como las cardiovasculares. Quienes presentan síntomas de lo primero es muy probable que en dos años o así puedan padecer problemas de corazón. Así que quienes llevan vida sedentaria y van sobrados de peso quedan sobre aviso…
Agradecida la prevención, fuera del despacho recapitulamos: ¡el viagra fue la bomba! Lo han comprado 66 millones de personas en todo el mundo, según el laboratorio Pfizer, y solo en España, calculan, ha favorecido 50 millones de relaciones sexuales desde su aparición. La marca pionera se forró inicialmente: de los 100 millones de dólares previstos para el primer año pasó a 1.000. Resultó ser el primer potenciador a escala global. Luego se le unieron otras marcas con distintos efectos y fórmula —Levitra, Cialis…— para elegir lo que más convenga. Incluso los genéricos en los últimos años, a un precio mucho más asequible, junto a los timos por Internet. Aunque en Pfizer ahora afronten el bajón por culpa de un mercado mucho más variado, el laboratorio ya ha pasado a la historia como pionero.
Además, con el tiempo, el medicamento mutó también hacia sus propósitos iniciales y transformó el diagnóstico de la disfunción eréctil. Lo hizo pasar del terreno de la enfermedad psicosomática al campo coronario de nuevo, porque comenzó a verse como síntoma de problemas cardiovasculares.
Bien… Si es así, ¿por qué, tal como cuenta un varón activo con 70 años —nadie quiere dar nombres a su experiencia en este reportaje, salvo los expertos—, los de su quinta aún tienen reservas para probarlo? Más si, como dice Ramón Abascal, urólogo también del hospital Central de Oviedo, “está claro que la medicina ha dado más gustos que disgustos”.
Este hombre de 70 años anduvo sin ayuda hasta los 62. “Empecé a fallar en 2012”. Por entonces tenía pareja estable, pero como monógamo propiamente no se le puede calificar. Ahora tampoco abusa, aunque lo ha probado casi todo en el campo de la disfunción, aparte del Viagra: “Todos producen el mismo sofoco. Pero para relaciones estables viene mejor el Cialis. Mientras que para esporádicas, el Levitra”, aconseja hecho todo un oráculo. “Aunque, bueno, yo con cuatro o cinco veces a la semana voy que chuto, no soy de los que andan dando el salto del tigre”.
Aquel primer año batió marcas pese al precio: se vendieron 1,5 millones de pastillas a 7.000 pesetas (42 euros) la caja de cuatro unidades de 50 mg. Una buena acogida para un país en el que se calculaba que dos millones de hombres sufrían disfunción eréctil. Las ventas aumentaron el año siguiente a velocidad desaforada, con un incremento del 60% en los siguientes 12 meses. Nada más aparecer, como quien dice, entre 40.000 y 50.000 españoles optaron por probar. “Ha cambiado la vida de mucha gente. Hablan de jóvenes suficientemente preparados, pero resulta que ahora los jubilados también nos sentimos suficientemente preparados”, comenta nuestro setentero. “A mí el viagra me ha venido muy bien. Me ha aportado mucha seguridad, por eso me resulta raro que a algunos de mi quinta les produzca reparo, sientan que si lo toman les puede dar algo. Claro que a muchos los comprendo. Cuando llevas 35 años casado, a lo mejor lo que falla es la libido, no otra cosa. Y no es que yo sea Tarzán, a ver si me entiendes. La perspectiva que te pone por delante es como la de las nuevas tecnologías. Uno no queda condenado. Con este invento, a cierta edad, tú decides cuándo parar, no tu cuerpo”.
“Hoy cualquier buen camello contemporáneo que se precie ofrece viagra como mercancía junto a otros productos”. Lo comenta un catalán de 40 años con trabajo nocturno que comenzó a probarlo a los 31. “Me lo ofreció gratis un familiar que era visitador médico”, confiesa. Aquello tenía visos de parecer un test de mercado premeditado. Él empezó en plan lúdico con el Levitra. “Era mucho más agresivo que el Cialis, con el que estoy ahora. Viene bien para las primeras citas, cuando no conoces a la persona. Por una cuestión psicológica. A la segunda o tercera puede que ya no te haga falta. Lo que más me gusta es la erección continuada, en plan extended version, y que puedes liberar tu cabeza de la presión. Elimina el pudor, te hace sentir más viril”.
Aunque también, en lo que afecta al Levitra, dice, hay que andar con ojo. “Los efectos no deben llevar a engaño ni a que crean que eres un superhéroe. Al fin y al cabo, es una forma de doparse que te hace muchas veces sentirte confundido. ¿Es esto real?, te preguntas. Y no sabes responderte bien”. Por si acaso, nuestro trabajador nocturno confiesa poco a la otra parte si se mete la dosis o no. “Aunque cuando ya vas cogiendo confianza lo puedes llegar a comentar: ‘Esta noche, pastillita, ya verás’. Como una forma de amor incluso, de generosidad compartida y complicidad dentro del juego de pareja”.
Enviagrados
Nació para ayudar a los afectados de disfunción eréctil y se ha convertido en moda para muchos. A sus casi diez años de vida, los efectos colaterales de las pastillas sexuales son ya asunto social: uso abusivo, disgustos de pareja y malestar por hacer del acto competición y negocio.
Lo dejó escrito con mucha intención Leonardo da Vinci, prototipo de hombre renacentista: "El pene no obedece en absoluto las órdenes de su amo". Así era hace cinco siglos y así siguió siendo hasta el XX. Hay 150 millones de varones en el mundo a los que la sangre no les llega, o no lo bastante, y tienen alguna dificultad con su erección. Lo aseguran farmacéuticas, sociedades de urología, sexólogos y especialistas de la parte baja de nuestra anatomía. Pero desde hace casi una década, gracias al dios químico y a una sustancia llamada sildenafilo, un vasodilatador, la corriente fluye.
El deseo de un internauta en uno de esos foros para contarse la vida íntima que proliferan en la Red lo expresa bien: "Que la sangre llegue al río y riegue los penes del mundo". El uso de Viagra, la pastilla azul cielo de los laboratorios Pfizer (y luego de sus competidores: Levitra ?valdenafilo, de Bayer, de color albaricoque y erección más potente? y Cialis ?tadalafilo, de Lilly, almendrada, la pastilla que riza el rizo, a la que llaman "del fin de semana" por su duración más prolongada?), ha revolucionado el encuentro sexual. Para bien o para mal. Al grito del anuncio "Así cada día" (y aquí hay que visualizar a una señora feliz abriendo su mano y mostrando la enorme distancia entre sus largos dedos) nació una nueva era: la solución a tantas noches de pesadilla masculina y femenina, para unos y unas; pero también la vuelta de la obsesión por el falo y el temor a la medicalización de la sexualidad, para otros y otras.