Comprar Cialis 10 mg, 20 mg, 40 mg sin receta

4.3 estrellas 24 opiniones de clientes
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Opciones de pago: Mastercard, VISA, Bitcoin, Ethereum

Disponibilidad de los productos: En stock

Principios activos: Tadalafilo

Una forma farmacéutica: Pastillas

Entrega: España, En todo el mundo

El tiempo de entrega: Correo aéreo (10 - 21 días), Servicio de seguimiento (5-9 días)

Cómo comprar Cialis por internet

Una pastilla diaria garantiza la erección

Hasta ahora, los tratamientos contra la disfunción eréctil partían del optimismo de los hombres: se tomaban cuando se creía que iban a hacer falta. Pero ¿qué pasaba si surgía la necesidad y no se había previsto? Que había que aguantarse, o esperar a que una pastilla hiciera su efecto. Ahora una nueva presentación del tadalafilo (Cialis, de la farmacéutica Lilly) asegura evitar este inconveniente. La idea es sencilla: reducir la dosis del fármaco, para que se pueda tomar todos los días. El resultado: hombres siempre preparados.

Lógicamente, el fármaco sólo está indicado a personas con problemas de erección, y el laboratorio advierte contra su uso recreativo. Como otros compuestos similares, está desaconsejado en el caso de que el paciente tenga problemas cardiacos.

Una pastilla diaria garantiza la erección

El negocio de la impotencia

Cuando la Viagra llegó a España hace ya cinco años, el arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, predijo que no tendría éxito, porque los españoles no la necesitaban. "Aquí somos todos muy machos", aseguró. Los 140.000 varones que la han tomado en este tiempo, según Pfizer, la farmaceútica estadounidense que fabrica este medicamento contra la impotencia, echan por tierra su teoría. Sólo el año pasado se vendieron en España tres millones de tabletas, en su mayoría en Barcelona, Madrid y Málaga. Y en todo el mundo la cifra de negocio ascendió a 1.500 millones de euros.

Pero el pastel es mayor. Los médicos barajan un cálculo estimado de alrededor de 152 millones de personas con problemas de erección en todo el mundo -aunque sólo el 10% reciben tratamiento- que se duplicarán en los próximos 20 años, según las cifras presentadas en el último congreso de la Asociación Europea de Urología. Ésta es la razón por la que los analistas económicos calculan que en los próximos cuatro años el mercado internacional de la impotencia moverá entre 4.000 y 6.000 millones de euros. Un negocio demasiado suculento para que las compañías farmacéuticas permitieran que Pfizer gozara en solitario del festín.

La creadora de la pastilla azul no pudo frenar la competencia, porque no consiguió patentar la base de su descubrimiento -la inhibición de la fosfodiesterasa tipo cinco, la enzima que impide la erección- ya que se ha considerado un hallazgo del dominio público. Dos fármacos, fabricados por casas estadounidenses y que actúan de forma similar a la mundialmente famosa Viagra, están ya haciéndole sombra.

El último de ellos se vende desde hace tan sólo una semana en España, donde hay dos millones de personas con disfunción eréctil. Se llama Cialis, pertenece a la farmaceútica Lilly y se suma al Uprima, de los laboratorios Abbott, que ya se vendía desde 2001. Un tercero, denominado Levitra y fabricado por la alemana Bayer, aterrizará a mediados de marzo, cuando esta compañía prevé que obtendrá el visto bueno de Sanidad.

"El mercado es amplio y hay lugar para todos. El hecho de que se lancen más productos contra la disfunción eréctil va a animar a otras personas que padecen la enfermedad y que no han iniciado el tratamiento a que lo hagan", afirma un portavoz de Bayer. Esta compañía tiene todos sus huevos puestos en la cesta de la impotencia, después del revés que sufrió con el anticolesterol Lipobay, retirado del mercado por sus efectos secundarios.

"Hay mercado, pero es un mercado oculto", señala en cambio el doctor Ferrán García, coordinador de la Unidad de Disfunción Eréctil del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona. "Sólo un 10% de los afectados acaba en consulta y con la aparición de tantos fármacos no van a venir más pacientes". En su opinión, que haya muchos pacientes potenciales no significa que todos puedan beneficiarse, porque hay un gran número de personas que, pese a padecer disfunción eréctil, no querrían someterse a tratamiento. En la mayoría de los casos, porque se trata de pacientes de avanzada edad, sin pareja y sin ocasión de tener relaciones sexuales. Otra cosa es que aquellos afectados a los que no les funcionó la Viagra, vuelvan a ir a las consultas.

De los cuatro fármacos, el único que que no actúa directamente sobre el pene es el Uprima, que incide sobre el sistema nervioso central. "Ése es el problema, porque sólo es eficaz cuando la enfermedad deriva de la ansiedad o el estrés. Pero si se trata de un problema en el inicio de la erección, falla. Es como si se actuara sobre el interruptor de una lámpara. Si la bombilla está rota, nunca tendrá efecto", sostiene el doctor Ignacio Moncada, jefe de la Unidad de Andrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

"Hace unos años, se creía que el 80% de los casos de disfunción se daban por causas psicológicas. Hoy se sabe que en realidad un 78% de ellos son por problemas orgánicos puros, o con factores psicológicos asociados", añade el doctor García. Por eso, el Uprima está indicado sólo para una minoría de pacientes.

Los otros tres fármacos actúan sobre el mismo principio, pero su funcionamiento se diferencia en la estructura de la molécula, lo que hace que varíe la forma en que se absorbe la pastilla y el tiempo de eficacia.

"Cialis y Levitra son más selectivas, por lo que disminuyen los efectos adversos", sostiene el doctor Moncada. La diferencia principal radica en la rapidez con que funciona y en su duración. Mientras con la Viagra la erección se produce a la hora, con Cialis llega a los 20 minutos. Si la pastilla azul mantiene el efecto durante un máximo de cinco horas, su competidora sigue funcionando a las 24. "En realidad eso es lo que dice el envase, pero los estudios señalan que en algunos pacientes sigue siendo eficaz a las 36 y a las 48 horas", añade Moncada. Una de las pegas que se le puso a la Viagra fue que quitaba romanticismo a las relaciones sexuales, puesto que como su duración era corta, había que ir directamente al grano.

Levitra, la única que todavía no se vende en las farmacias españolas, tiene una vida media parecida a la pionera, pero ha apostado por la disminución de los efectos secundarios. "Es todo lo que puedes esperar de la Viagra, pero al máximo", asegura el jefe de la Unidad de Andrología del Gregorio Marañón. Entre esas ventajas está que responde en la primera toma, que no hay interacción con alimentos o bebidas y que, con el mismo efecto, la dosis es casi 10 veces menor.

¿Significa esto que la Viagra perderá la batalla? Una de sus bazas es haber sido la primera y está por confirmar si en este caso también el que pega primero, pega dos veces. "Es de una seguridad pasmosa, a pesar de su mala fama. Se han tomado millones y millones de pastillas y eso es señal de que es muy efectiva", asegura el doctor Moncada. Ser la pionera también le ha dado a la Viagra la ventaja de que se ha estudiado desde múltiples ángulos. Por ejemplo, uno de sus efectos comprobados es que reduce el riesgo de problemas cardiacos: quien la toma realiza menos esfuerzo durante la penetración y eso de alguna manera protege. Aunque, indica el médico, eso no significa que deba tomarse para protegerse de los riesgos cardiacos.

El doctor Ferrán García sostiene que no puede establecerse de forma general cuál es la mejor pastilla. "Hay que hacer el traje a medida", dice. "Ajustar el tratamiento a cada paciente según su edad, si tiene relaciones estables, si tiene problemas cardiacos... y establecer qué dosis es más efectiva y conlleva menos efectos secundarios".

Ésa es una de las razones por la que todos estos medicamentos requieren la prescripción del especialista. Aunque la picaresca ya ha llegado a Internet, donde numerosas páginas venden Cialis y Viagra sin receta e incluso malas reproducciones de ambas.

Lo que no han superado estas píldoras todavía es la barrera de las subvenciones. "A los médicos especialistas nos parece injusto", dice el doctor Moncada, quien ofrece un ejemplo: a un tetrapléjico con problemas de erección no se le reembolsa parte de la medicación destinada a solucionarlo, pero sí se le cubriría una vasectomía. "No se tiene en cuenta que es una enfermedad, y no lo digo yo, sino que está reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Se tiende a ver como un vicio y no como una parte importante de la vida, porque la actividad sexual sana es parte de la salud".

Sexo azul a las seis de la mañana

Cuando los farmacólogos de la empresa Pfizer probaron la pastilla azul que acababan de diseñar para mejorar la circulación sanguínea, se dieron cuenta de que sus efectos actuaban más sobre la vida sexual de los hombres que sobre el corazón. Corrían los primeros años de la década de los noventa y el sildenafil, más conocido por su nombre en el mercado, Viagra, revolucionó la vida de millones de personas que sufrían problemas de impotencia.

Las consecuencias de aquella chiripa científica se han ido repitiendo desde entonces y hoy la pastilla con forma de rombo y sus competidoras, Cialis y Levitra, son drogas consumidas no sólo por señores de cuarenta y tantos años o más con disfunción eréctil, sino por toda clase de gente que la usa para potenciar sus relaciones sexuales.

Ángel tiene 29 años. Su organismo funciona a la perfección y sus relaciones sexuales son satisfactorias sin necesidad de utilizar la pastilla milagrosa. Sin embargo, en ocasiones ha recurrido a ella. "Simplemente por probar", asegura. "Se me presentó la ocasión y la verdad es que fue muy bien. Un amigo me dio tres pastillas. Las fraccioné y las usé con mi novia. La primera vez sin avisarla. La verdad es que fue una noche muy larga y sus efectos fueron sorprendentes. Tuve una erección enorme que pude aguantar durante mucho más tiempo del habitual", relata.

El amigo que se las pasó es, en palabras de Ángel, "un fiestero con pasta que suele consumir otras drogas". "Él las tenía porque las usaba para compensar los efectos de las otras drogas que se metía. Así lo tenía todo. El efecto de las drogas y el de la Viagra", cuenta Ángel.

Ése es uno de los perfiles del consumidor de Viagra que puede encontrarse en todas las grandes discotecas y afters de la capital. "A veces son hombres que han conseguido ligar después de una noche en la que han abusado del alcohol y otras drogas y tienen miedo de quedar mal en la cama", explica Raúl, nombre supuesto de un andaluz de 34 años que alterna trabajos de camarero en bares de copas con el trapicheo de drogas, sobre todo sintéticas. Él mismo se define como un camello de fin de semana y asegura que desde hace algo más de un año ha incorporado este tipo de sustancias a su oferta. La Viagra, el Cialis o la Levitra son una pequeña parte de su negocio, "casi un extra". El precio de la pastilla depende de la hora. "Cuando es muy tarde o muy temprano, por la mañana, he llegado a vender una de 10 miligramos por 20 euros [en la farmacia cuesta 10]", asegura.

Además de los que la piden de urgencia al final de la noche, Raúl habla de dos perfiles más. Uno es el de los jóvenes que comparten la pastilla "como si fuera una droga más": "La verdad, no sé qué le ven". "El otro", concluye Raúl, "es el de los que yo llamo previsores: los que se la toman al principio de la noche por si cae algo".

El sexólogo Carlos San Martín alerta del uso de estos medicamentos obtenidos sin receta y explica que su uso está diseñado exclusivamente para pacientes con disfunción eréctil. Pese a ello, reconoce que a su consulta acuden jóvenes cuyos problemas de erección no se deben a un mal funcionamiento del pene. "A veces el problema no es orgánico sino psicológico. Algunos padecen de estrés o tienen miedo al fracaso. En estos casos el medicamento puede ayudar a estar a la altura de las circunstancias porque les proporciona confianza", explica.

El miedo a fallar puede ser un problema mucho mayor si uno se dedica, por ejemplo, al cine porno. En ese mundo es conocida la anécdota del joven principiante que se presentó a un casting con los ojos hasta arriba de Viagra. El director notó de lejos el truco y se quejó de la falta de dotes interpretativas en la nueva hornada de actores. "Los que nos consideramos profesionales no solemos recurrir a esto", afirma el actor Max Cortés. "Yo la probé una vez con mi pareja. Me dolió mucho la cabeza y no me funcionó. A mí no me parece mal el uso del Viagra. Lo que no entiendo es esta obsesión por ser todos unos superhombres. A veces veo a chavales que después de currar todo el día se matan en el gimnasio tomando pastillas para estar más cachas. Y luego éstas para funcionar en la cama. No podemos estar todo el día compitiendo", concluye.

Detrás de la competitividad, el miedo al fracaso y a no responder a la reivindicación del placer por parte de la mujer reside el éxito de los usos no médicos del Viagra, según los expertos. Paco Campos, también de la industria del porno, añade otra razón: "Es la droga de moda. Nadie teme decir que la toma".

El encumbramiento del Viagra a la categoría de icono de la modernidad es algo perceptible en camisetas, pósters y hasta joyas como el anillo porta viagras, un pedrusco de 14 quilates que se vende en la Red por 400 dólares. Contiene un recipiente con la forma en rombo de la pastilla y se ha hecho popular entre raperos y algunas estrellas de los espectáculos eróticos. "Es un símbolo de nuestro tiempo, pero son los hombres los que lo han convertido en eso", comenta una famosa actriz porno que prefiere no dar su nombre. "Toda esa ostentación sugiere que están asustados. No está mal que lo usen, pero a ver si les queda claro que nosotras no nos comemos a nadie".

Los hombres prefieren no hablar de «eso»

Y usted ¿qué quiere si tiene 70 años?". Esa fue la respuesta que encontró un hombre, llamémosle A.C. porque prefiere no ser identificado, cuando decidió consultar "su problema" con el médico de familia. El "problema" era cierta dificultad para mantener una erección.

Antes del Viagra -el fármaco que revolucionó la sexualidad masculina (en cuanto a ejecución, no necesariamente en cuanto a técnica, según los expertos consultados)-, esa respuesta hubiera sido una ducha fría y el final de la historia. Ya no, ahora las expectativas son infinitas, y A.C. continuó su periplo hasta que encontró a un médico dispuesto a escucharlo.

"La disfunción eréctil es una enfermedad a cualquier edad", asegura el doctor Ignacio Martínez Salamanca, urólogo del área de Medicina Sexual del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Eso era lo que quería oír A.C. a sus 70 años.

Entre el primer "problema" de A.C. y la consulta con el urólogo, pasaron cuatro largos años de silencios y excusas. "Autoexplicaciones", las llama Martínez Salamanca. Todas valen, pero ninguna es cierta. Un folleto informativo de Lilly, la compañía farmacéutica que fabrica el Cialis, el fármaco más recetado para la disfunción eréctil tras el Viagra, lo ilustra muy bien. Un perro mira fijamente con ojos grandes y tristones. Y el afectado se justifica: "Será porque el perro me está mirando". Todas las excusas parecen buenas, el folleto en cuestión anima a los interesados a dejar de mirar a otro lado y a buscar respuestas más razonables.

Se esperaría que la generación pos-Viagra, aquellos hombres que cumplían 50 años en 1998 cuando la píldora azul se lanzó al mercado, tuvieran menos vergüenza para hablar de "sus cosas". Ninguna generación anterior había visto tantas imágenes ni leído y hablado tanto sobre sexo en todas partes y a todas horas.

Viagra se ha convertido en una marca tan conocida y mencionada como Coca-Cola. Sin embargo, el asunto sigue siendo difícil de abordar. "Digamos que el tabú global está superado, se habla de las disfunciones sexuales de los demás, otra cosa es cuando el problema lo tengo yo", explica Salamanca.

De seis a un año

La doctora Ana Puigvert, del Instituto de Andrología y Medicina Sexual de Barcelona, ha visto ciertos cambios en los últimos años. "Antes tardaban cinco o seis años en consultar, ahora el promedio está en un año y medio". Y mientras tanto, ¿qué hacen? "Bueno, pensar 'no pasa nada', 'estoy nervioso', 'tengo muchos problemas'. Si las cosas no mejoran, dejan de tener relaciones, y el sexo es como un músculo que si no se usa se atrofia. Un día se sorprenden porque llevan un año sin tener relaciones sexuales". Muchas veces es la pareja la que los lleva por los pelos a la consulta del médico. "Es frecuente que se cree en el otro el fantasma de la infidelidad", dice Puigvert.

En el informe Excuse (Excusas comúnmente utilizadas en disfunción eréctil), elaborado por la Asociación Española para la Salud Sexual (AESS), la Asociación Española de Andrología (AESA) y la farmacéutica Lilly, se entrevistó a 1.050 hombres y mujeres mayores de 35 años residentes en España. Según sus resultados, dos de cada diez personas creen que los hombres casi nunca rechazan tener relaciones sexuales. Las pocas veces que lo hacen culpan al cansancio físico, al alcohol y a los problemas de erección. Cinco de cada diez sospechan que muchos hombres evitan el sexo por dificultades de erección, pero prefieren emplear otras excusas. La mayoría cree que la disfunción eréctil puede ser "causa de vergüenza" o de pérdida de deseo.

Las mujeres, por su parte, piensan que la vergüenza permanece aun cuando se pide ayuda a un especialista. Pero los hombres, sobre todo los mayores de 56 años, aseguran que ese sentimiento desaparece cuando se sienten apoyados por un médico y se ven en el camino de una solución.

Los médicos llaman a la dificultad para tener una erección el "síntoma centinela". "Puede anunciar un acontecimiento coronario o una enfermedad vascular. Aunque sea por ello, los médicos deberían perder la vergüenza a preguntar: '¿Tiene usted problemas de erección?'. Es un dato fundamental", advierte Salamanca.

La ausencia de erección es evidente. El que está al otro lado de la cama lo ve, no hay manera de ocultarlo. Por eso la disfunción eréctil es el más consultado de los problemas sexuales masculinos, aunque no sea el más frecuente, según las cifras que muestran algunos estudios.

Eyaculación precoz

Por ejemplo, la eyaculación precoz afecta a uno de cada cinco hombres en algún momento de sus vidas, según las cifras del informe Eyaculación precoz, prevalencia y actitudes (PEPA, por sus siglas en inglés). Un 43% de los hombres españoles la sufren en silencio o, peor, ni siquiera saben que la padecen. Pero estas cifras no llegan a las consultas. Según la experiencia del doctor Salamanca, "el número de enfermos reales, los que piden ayuda, no pasan de 4.000; el resto no lo percibe como un problema, lleva viviendo con ello toda la vida y se ha acostumbrado, mientras que la disfunción eréctil se vive como una pérdida".

Sin embargo, la disfunción eréctil no rompe muchas parejas y la eyaculación precoz sí lo hace. "Las mujeres de estos hombres lo viven como un drama, son ellas las insatisfechas y frustradas y las que lo consideran un trastorno médico", explica Ana Puigvert. Esta especialista que preside la Asociación Española de Andrología, precisa que para diagnosticar este trastorno, "la persona debe ser incapaz de controlar la eyaculación y vivirlo con ansiedad". La consecuencia, según la doctora Puigvert, es un deterioro de la relación de pareja y una casi total ausencia de sexo.

"Es la pescadilla que se muerde la cola porque la abstinencia sexual también produce eyaculación precoz". Los que padecen disfunción eréctil van solos a la consulta; los eyaculadores precoces llegan en pareja.

Así como sobre disfunción eréctil se han vertido ríos de tinta desde que apareció en el mercado Viagra (Pfizer), seguida por Cialis (Lilly) y Levitra (Bayer/GSK), de la eyaculación precoz apenas se había hablado hasta hace un par de años, cuando llegó el primer fármaco, Priligy (Janssen Cilag). "Hasta que no hay un tratamiento específico no se habla de las enfermedades", lamenta Puigvert.

"El cerebro es el primer órgano sexual", sentencia la doctora Puigvert para confirmar que la mayoría de los que sufren disfunciones sexuales tienen un daño psicólogico que afecta su confianza, su autoestima y su propia ejecución sexual. La doctora Puigvert lo comprobó en un estudio de disfunción eréctil en enfermos diabéticos, quienes suelen tener una causa orgánica que justifica el trastorno.

"Medimos la rigidez peneana mientras dormían y los resultados fueron normales en el 30% de los pacientes que se creían impotentes, lo que demuestra que el origen de la disfunción era psicológico". Para distinguir cuándo el enemigo está solo en la mente de los afectados debe hacerse una exploración física, una ecografía Doppler que mida el estado vascular periférico, estudios hormonales y, sobre todo, mirar con lupa la historia clínica. "Es un libro abierto", dice Puigvert.

El impacto psicológico es tan fuerte que ningún experto lo apuesta todo a un fármaco. Todos insisten en el apoyo psicológico, que refuerce la autoestima y enseñe a esperar a los hombres. "Un trastorno con cuatro años de recorrido no se resuelve de un día para otro. En nuestra cultura, la erección es la marca de la masculinidad, y un hombre derrotado necesita tiempo para recuperar la autoconfianza", señala Puigvert. Por su experiencia, el fármaco soluciona el trastorno orgánico, pero no cambia el hábito sexual. "Se necesita un promedio de ocho meses de tratamiento para que el paciente empiece a caminar solo".

De la misma manera que el efecto placebo, la ilusión de que nos hemos curado solo porque estamos tomando un fármaco es bastante alta en las disfunciones sexuales masculinas, cercana al 30%. Si el origen es psicólogico y el interesado cree que va en camino de solucionarlo, probablemente ya esté casi curado.

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