Comprar Levaquin 250mg, 500mg, 750mg sin receta

4.7 estrellas 70 opiniones de clientes
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Opciones de pago: Mastercard, VISA, Bitcoin, Ethereum

Disponibilidad de los productos: En stock

Principios activos: Levofloxacina

Una forma farmacéutica: Pastillas

Entrega: España, En todo el mundo

El tiempo de entrega: Correo aéreo (10 - 21 días), Servicio de seguimiento (5-9 días)

Cómo comprar Levaquin por internet

Deme cuarto y mitad de pastillas

El argumento es de un sentido común aplastante. Si para un tratamiento se necesitan 26 pastillas y el laboratorio empaqueta el medicamento en envases de 24, ¿Que sentido tiene comprar otras 24 para tomar solo dos más? ¿Por qué no hay envases de dos comprimidos o que adapten las dosis a las terapias? Salvo pequeñas excepciones, la unidosis, el nombre coloquial que recibe lo que se conoce oficialmente como el fraccionamiento de los envases de los fármacos, no acaba de arrancar en el sistema sanitario español de forma más allá de pequeños pasos. Y eso que se lleva dando vueltas a esta fórmula desde hace una década.

En los últimos meses se ha avanzado en la administración de los antibióticos, ajustando las dosis a la duración de los tratamientos más habituales. O con la aparición en las farmacias de envases unitarios a muy pequeña escala: apenas hay una firma que ofrece siete medicamentos genéricos. Pero poco más. Y ello a pesar de las ventajas que esta modalidad ofrece no solo en lo que se refiere al ahorro en medicinas. Además, evita la acumulación de fármacos sobrantes en los botiquines domésticos, una circunstancia que está directamente relacionada con la automedicación. Que, a su vez, se vincula con el desarrollo de resistencias a los antibióticos o a intoxicaciones e interacciones de medicamentos por mal uso.

Existen distintos motivos por los que la unidosis no despega. Quizás la forma más sencilla de poner en práctica la unidosis sería que el propio farmacéutico sacara del envase las píldoras o las grajeas que necesitara el paciente y se las entregara al enfermo. Por ejemplo, las dos que sumadas a la presentación estándar de 24 permitirían completar un tratamiento de 26 comprimidos.

Pero no es tan sencillo. En el caso de que existiera algún problema, el laboratorio podría no responsabilizarse de las condiciones en las que el medicamento ha llegado al paciente. En el proceso de manipulación, por ejemplo, al sacar el comprimido del blíster —el envase con forma de lámina de plástico con pequeñas ampollas en las que se aloja el producto— podrían alterarse las condiciones del compuesto (por motivos de temperatura, humedad, higiene). De ahí que la ley no lo permita, como explican fuentes del Ministerio de Sanidad.

Salvo excepciones como el sistema personalizado de dispensación (SPD) de fármacos. Esta opción está destinada fundamentalmente a pacientes que siguen un tratamiento con varios medicamentos y que necesitan ayuda para garantizar el cumplimiento de sus tomas. Por ejemplo, residentes de centros de la tercera edad, personas polimedicadas, con varios cuidadores o que, simplemente, olvidan tomar los medicamentos.

En estos casos, el farmacéutico prepara una bandeja —una especie de blíster de gran tamaño— en la que cada ampolla, de un tamaño superior al habitual para incorporar todas las pastillas que precise el enfermo, corresponde a una toma (mañana, tarde, noche). De esta forma, es más sencillo seguir la pauta farmacológica del médico.

En esta modalidad hay manipulación del medicamento por parte del farmacéutico. Sin embargo, como apuntan desde la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria, se siguen unos protocolos muy estrictos para administrar la medicación mediante este procedimiento. Junto a un etiquetado informativo, la farmacia debe contar con una ficha detallada de cada paciente al que se prepara los fármacos. Además, debe existir un consentimiento informado previo del paciente, un seguimiento muy cercano del enfermo, además de un seguro de responsabilidad civil que cubra posibles incidencias. “Es una fórmula por la que vendes al paciente los medicamentos y él consiente que corras con este servicio [de preparación de los fármacos] con lo que cuentas con una protección legal”, indican desde la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac).

Hay otro problema que impediría que el farmacéutico entregara de forma asilada pastillas: el relacionado con las elevadas exigencias que presenta la ley del medicamento relativas a la información que se le debe ofrecer al paciente. Si se extraen los comprimidos del envase y se entregan directamente al paciente, el enfermo no tendría acceso a los datos del prospecto ni a los que se recogen en el envase (número de lote, principio activo y excipientes, fecha de caducidad, forma y vía de administración, entre otros)

Si se vendieran las pastillas sueltas, habría que adjuntar con los comprimidos todos estos datos relativos al etiquetado y el prospecto. Y, como en alguna ocasión han planteado desde la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles, existiría riesgo de confusión en la entrega de las copias de los prospectos o de cruces de informaciones, por no hablar de gasto y el tiempo adicional que estas tareas plantearían a los trabajadores de oficinas de farmacia.

La lenta extensión de la receta electrónica es otra de las claves que explican el retraso en las unidosis. Con la prescripción tradicional, los farmacéuticos necesitaban una receta por cada caja de medicamentos que prescribían, por lo que, por ejemplo, para 16 pastillas debían extender 16 recetas, lo que resultaba incómodo. “Ahora, al escribir el principio activo, el ordenador nos da la opción de elegir una caja con un número de pastillas determinado o de escribir las dosis que necesita el paciente. Por ejemplo, una pastilla cada ocho horas durante cinco días. Esto es, 15 unidades”, explica. “Con la unidosis, como hemos especificado la cantidad exacta, el paciente va a la farmacia con su tarjeta sanitaria electrónica y el farmacéutico le entrega la medicación justa”. Pero, según el Ministerio de Sanidad, solo Andalucía, Baleares, Extremadura y Galicia tienen la receta electrónica implantada al 100%. En toda España, la tasa ronda el 64%.

Josep Basora, responsable de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, alude a otro aspecto que incide en el poco éxito de la puesta en marcha y de la generalización de la unidosis. “Es una opción sobre la que existe bastante desconocimiento”, relata. Y ello, a pesar de que Basora considera que se trata de un recurso que aporta numerosas ventajas a nivel clínico. “Lo encuentro muy interesante para pacientes que comienzan un nuevo tratamiento y poder probar primero con pocos compuestos para ver si la evolución es satisfactoria, o también para pautas cortas”. En todo caso, insiste Basora, es una opción que “a pesar de las ventajas que ofrece, no acaba de despegar por desconocimiento”. “Quizás no le hemos dado demasiado crédito hasta ahora”, añade.

Más allá de estos inconvenientes, hay algunas experiencias relacionadas con la unidosis o con el fraccionamiento terapéutico, en general, que están echando a andar. Una de ellas tiene que ver con los envases de los antibióticos.

Después de que desde 2002 se llevara anunciando desde los sucesivos departamentos de Sanidad la intención de generalizar la unidosis, no fue hasta diciembre de 2010 cuando el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó, finalmente, la venta de fármacos por pastillas. Sin embargo, solo hace un año desde que, con ocasión de las medidas de control del gasto, se dieron los primeros pasos en firme. El primer grupo de fármacos seleccionados fue los antibióticos.

En julio del año pasado, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) lanzó las recomendaciones a las que se debían adaptar los fabricantes para ajustar sus dosis a los tratamientos más comunes. La medida afecta a 25 fármacos, de forma que, por ejemplo, los envases de amoxicilina de 500 miligramos pasaron a de contener 12 comprimidos a 20. El 1 de noviembre es la fecha que se dió para la desaparición total de los envases antiguos.

Esta experiencia es la única de ámbito estatal impulsada por la Administración —a la que, seguirán otras en breve según el ministerio—. Pero hay alguna otra privada.

Al margen de la falta de interés de los grandes laboratorios, una de las empresas que más lejos ha ido en el proceso de implantación de monodosis es Onedose Pharma, un laboratorio con sede en Barcelona creado en 2010 para la fabricación y comercialización de medicamentos genéricos en dosis unitarias. Onedose compra genéricos a otras firmas y los empaqueta de forma individual para la venta en farmacias.

Comenzó en 2011 con dos de los fármacos de uso más extendido: el paracetamol (un analgésico) y el ibuprofeno (antiinflamatorio y antipirético). Sin embargo, como apunta Rosa Pardina, responsable de la compañía, observaron que no se daban las condiciones necesarias para la comercialización masiva del producto. Entre otros motivos, porque no estaba incorporado en los sistemas informáticos que usan los médicos de familia de los distintos sistemas de salud. “Ahora que ya hemos solventado estas cuestiones y que todos los mayoristas tienen nuestro producto hemos retomado la acción comercial”, señalaba este jueves Pardina. Además de los dos medicamentos de hace dos años han incorporado otros cinco: el levofloxacino (antibiótico), el pantoprazol y el omeprazol (antiulcerosos) y la venlafaxina (antidepresivo).

Este jueves presentaron en Madrid estos envases, similares a los sobres en los que se dispensan los antibióticos en polvo. En su interior hay un comprimido y el paciente deberá recoger tantos sobres como dosis de medicamento necesite para su tratamiento. Junto a las dosis necesarias el farmacéutico entregará un prospecto explicativo. “Menos el paracetamol, que es ligeramente más caro, el coste individual es equivalente al que resultaría de comprar un envase de genéricas y dividir el coste por las unidades adquiridas”. Onedose ya ha solicitado permiso a la AEMPS para lanzar al mercado otros nueve medicamentos mediante la misma fórmula. Sanidad no ha podido confirmar si hay otras empresas que tamvbién han solicitado la autorización de comercializar medicinas en formato individual.

Clinton se adelanta a Trump y publica detalles de su salud para disipar dudas

Con una candidata a punto de cumplir 69 años y un candidato de 70, la salud ocupa un lugar que raramente ocupaba en la campaña electoral de EE UU. Con cuentagotas, Clinton y Trump empiezan a dar más información sobre su estado de salud.

La campaña de Clinton publicó una carta de la doctora Bardack dando cuenta detallada sobre su salud. Es el segundo informe médico que publica en esta campaña, tras otro de julio de 2015. Trump ha evitado hasta ahora revelar los detalles de su estado de salud, como tampoco ha publicado sus declaraciones fiscales, al contrario que Clinton.

Aunque a Clinton se le diagnosticó la neumonía el viernes pasado, no la hizo pública hasta el domingo, después de que una indisposición la obligase a abandonar los actos del 11-S en Nueva York. La carta explica cómo le fue detectada la neumonía y dice que se está recuperando bien gracias a los antibióticos y al descanso. La candidata debe tomar el antibiótico Levaquin durante 10 días, según el informe. Su salud ha mejorado desde que el domingo decidió tomar unos días de descanso.

El informe subraya que Clinton se encuentra "en excelentes condiciones mentales" y preparada para servir como presidenta de Estados Unidos. También revela los medicamentos que está tomando, su nivel de presión arterial y sus pulsaciones, entre otros detalles.

El objetivo es disipar las dudas sobre la salud de la candidata, motivo de todo tipo de especulaciones y teorías, algunas propagadas por la campaña de Trump.

Clinton se ha visto con frecuencia acusada de falta de transparencia, pero también es cierto que la intensidad de los focos sobre ella hace que, como dijo el mánager de su campaña, Robby Mook, se conozcan más detalles sobre su vida privada, incluyendo la saluda, que sobre la mayoría de políticos, incluido Trump.

El mismo miércoles, en el programa del mediático doctor Mehmet Oz, Trump se sacó de su chaqueta dos hojas con los resultados de la revisión médica a la que se sometió la semana pasada. Es el estilo Trump: convertir la publicación de la información médica en un reality show. Oz es un médico criticado por algunos en su profesión por divulgar en televisión métodos a veces poco científicos.

El programa está grabado y no se permitió la entrada de prensa, por lo que no se conocen detalles sobre los resultados de la revisión, que aparentemente Oz evaluó ante la cámaras.

El anterior informe médico divulgado por Trump era un texto con faltas gramaticales, escrito deprisa y corriendo por su médico de cabecera, Harold Bornstein. En el estilo hiperbólico de su paciente, el médico escribía que, si Trump ganaba las elecciones de noviembre, sería el presidente más sano de la historia.

Está por ver qué grado de precisión contendrá las hojas leídas por el doctor Oz. Varias fuentes que asistieron al programa contaron a la prensa detalles, algunos contradictorios. Trump, que mide 1,89 metros, toma un medicamento para reducir el colesterol y pesa 236 libras, según testimonios citados por The New York Times, 107 kilos (versiones anterior situaban su peso en 267 libras, 121 kilos). Fuentes de la campaña de Trump, citadas por el Times, dijeron que Oz declaró que Trump tenía un "ligero sobrepeso".

Sudáfrica planta cara a la tuberculosis resistente

Buenas noticias desde Sudáfrica. El país ha anunciado que financiará una pastilla de última generación para las personas con tuberculosis que no responden a los medicamentos habituales, sustituyendo un tratamiento inyectable con efectos secundarios que van desde la psicosis hasta la sordera y el fallo renal. Así, el departamento de salud sudafricano se convertirá en el primero del mundo en dispensar la bedaquilina a adolescentes y adultos desde el inicio del tratamiento. Todo un hito, teniendo en cuenta que este es uno de los dos únicos fármacos contra la enfermedad desarrollados en los últimos 50 años.

La decisión se desprende de un estudio realizado por este mismo departamento: la mortalidad entre los 200 pacientes que recibieron la pastilla entre 2013 y 2015 fue del 12,5%, frente al 50% con el tratamiento habitual. "Estos resultados apuntan a que la bedaquilina funciona y pueden acelerar su adopción a escala global", explica Lucica Ditiu, directora ejecutiva de Stop TB Partnership.

Para Ingrid Schoeman, superviviente y activista de la organización sudafricana TB Proof, este tratamiento oral ahorrará tiempo, dinero y un sufrimiento innecesario. Hasta ahora, los pacientes debían ir a centros de salud para recibir inyecciones, gastando en transporte y arriesgándose a perder el trabajo por sus continuas ausencias. “En algunas familias solo hay una fuente de ingresos; imagínate lo que supone para estos pacientes tener que elegir entre ir a trabajar o desplazarse hasta una clínica para recibir una inyección”, explica.

Ditiu y Schoeman coinciden en señalar que la adopción del nuevo medicamento responde tanto al liderazgo del Gobierno como al de la sociedad civil, que ha ejercido una fuerte presión para aumentar el acceso de todos los pacientes a los mejores fármacos disponibles. “Además, el país es como una incubadora para la investigación sobre tuberculosis, con una estrecha colaboración entre expertos del sector público y del privado”, afirma Ditiu.

Minas, tuberculosis y VIH

Sudáfrica tiene motivos para pasar a la acción. No solo tiene la mayor epidemia de VIH del mundo, sino que es uno de los países con más tuberculosis, la enfermedad infecciosa más mortal y que registra más casos de resistencia a los antibióticos —cerca de 500.000 al año en todo el mundo—. Esta dolencia también es la primera causa de muerte entre las personas con VIH en el mundo, y como se transmite por el aire, basta con respirar para contraerla. Sudáfrica registra unos 400.000 nuevos casos y 33.000 muertes por ella al año.

Otra razón es la incidencia entre los mineros: se dan hasta 3.000 casos de tuberculosis por cada 100.000 mineros, 10 veces por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una emergencia y el triple de la tasa de incidencia en la población general. Los mineros tienen un mayor riesgo de contraerla por su exposición prolongada al polvo de sílice, sus condiciones de vida precarias y la elevada prevalencia del VIH en sus comunidades —el virus debilita el sistema inmunitario, abriendo paso a las infecciones oportunistas.

Para complicar la cosa, la tuberculosis se ha convertido en un problema de salud pública para toda la región. Un 40% del medio millón de mineros en Sudáfrica procede de Mozambique, Lesoto y Suazilandia. El movimiento de estos trabajadores de un país a otro y la desconexión entre los sistemas de salud nacionales hace que se descuelguen del tratamiento, lo que dispara el desarrollo de la variante resistente a los fármacos en África austral.

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